FE Y CONFIANZA

18.01.2025

NO DEJEMOS DE CONFIAR EN NUESTRO DIOS»

(HEBREOS 3:7-11)

(POR EL PASTOR EMILIO BANDT FAVELA)

LA ESPERANZA EN EL SEÑOR NUNCA DEBE MORIR

  • Nuestro pasaje nos introduce a un momento en la historia del pueblo de Israel.
  • El escritor a los Hebreos trae a colación este incidente en un esfuerzo por decirnos que nuestra fe, confianza y esperanza en Dios nunca deben dejar de ser aunque nos enfrentemos a duros conflictos y nos veamos en serios apuros.
  • La ocasión que es base de la presente exhortación que nos hace el escritor sagrado se remonta al tiempo cuando Israel sale de Egipto e inicia su largo peregrinaje por el desierto. Bien pronto sufrieron la falta de agua y lo primero que hicieron fue murmurar contra los líderes Moisés y Aarón. Pero no contentos con eso, hablaron mal de Jehová Dios. Hemos de saber, amados hermanos, que todo mal comentario en contra del liderazgo, no es en contra de los hombres, sino en contra de Dios.
  • Así ya se los había hecho saber con anterioridad el mismo Moisés: «… Jehová ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová» (Éxodo 16:8).
  • Es verdad que el agua es un elemento vital e imprescindible para el ser humano. Es cierto que es un artículo de primerísima necesidad, pues el hombre puede vivir más tiempo sin pan que sin agua. Así que ellos se vieron en extrema angustia.
  • Y empujados por su ansiedad empezaron a hablar mal del Señor y se preguntaron: «… ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?» (Éxodo 17:7).
  • Eso lo tomó el Señor como una tentación hacia ÉL. Y pienso que le dolió en su corazón ver la falta de confianza de su pueblo, la ausencia de su fe y que dudaran que ÉL estaba con ellos. Es interesante observar que este incidente se registra en varios pasajes: En Éxodo 17:7; en Salmo 95:8-11; y aquí en Hebreos 3:7-19.
  • La intención es sembrar en nosotros la enseñanza que no es bueno desconfiar de nuestro Dios. Tal vez lleguen a nosotros pruebas muy difíciles, en las cuales nos parece que el horno de la aflicción ha sido calentado siete veces más de lo normal.
  • Aún así, debemos seguir confiando y esperando en la gracia de nuestro Señor.
  • Meditemos juntos en este pasaje y descubramos sobradas razones para que no dejemos de confiar en nuestro Dios.

1º SI DEJAMOS DE CONFIAR EN DIOS ÉL SE OFENDE (3:7-9).

  • Hay tres cosas que el pueblo de Israel hizo contra Jehová su Dios. El Señor las expresa en voz de su Espíritu Santo.
  • Nosotros sabemos que este pasaje fue tomado del Salmo 95 el cual fue escrito por el rey David, sin embargo, aquí se afirma que el autor real es el Espíritu Santo.
  • ¿Qué es lo que dice el Santo Espíritu de Dios aquí?
  • 1. Que los hijos de Israel le provocaron (3:7-8). Esta misma acción la refiere dos veces más: «… como en la provocación» (3:15); Y «… le provocaron…» (3:16). Según el diccionario provocación significa desafío, reto, bravata, pugna, incitación, instigación, ofensa, insulto con el afán de que reaccione con pelea.
  • Cuando nosotros desconfiamos del amor del Señor, de su gracia, de su poder, de su misericordia, de su paternidad, entonces le estamos excitando a que reaccione con enojo, porque le estamos diciendo que no creemos en sus Promesas, que dudamos de su Palabra, que no estamos ciertos de su Presencia con nosotros.
  • En otras palabras, no son suficientes para nosotros todas las señales que ÉL nos da tanto de su persona como de su obra a favor nuestro.
  • El tiempo de la desconfianza siempre será el tiempo de la provocación. Cuando permitimos que nuestro corazón deje de creer, de confiar, de esperar en el Señor estamos abriendo la puerta a la provocación. La razón principal para este pecado es que hemos dejado de oír su voz.
  • Hay algo más que dice el Espíritu Santo en este pasaje:
  • 2. Que los hijos de Israel le tentaron (3:9a). Lo cual es también sumamente grave porque la idea en el original griego es retar a Dios para que demuestre que lo es.
  • Es la misma situación cuando los que veían a Jesús colgado en la cruz le pedían que hiciera el milagro de descender y salvarse a sí mismo para poder creer en ÉL.
  • También es igual a lo que trató de hacer Satanás en la tentación en el desierto cuando le decía a Jesús que hiciera que las piedras se convirtieran en pan, que por medio de ese milagro demostrara que era Hijo de Dios.
  • Cuando nosotros le exigimos al Señor que pruebe que es nuestro Dios por medio de una bendición, aunque nos sea muy necesaria, estamos tentando a Dios. Y la Biblia nos advierte que: «… Dios no puede ser tentado…» (Santiago 1:13).
  • La razón principal para este pecado es que Israel endureció su corazón.
  • Quizá al pueblo de Israel le abrumó tanto su necesidad de agua, que bien pronto se olvidaron de los milagros que el Señor había realizado poco tiempo atrás, tanto se agobiaron por su necesidad que nunca voltearon a ver la nube que siempre les acompañó de día, ni la columna de fuego que siempre estuvo con ellos de noche.

No vieron la Presencia del Señor con ellos. No nos suceda lo mismo.

  • Otra cosa que hicieron los israelitas, dice el Espíritu Santo:
  • 3. Que los hijos de Israel le probaron (3:9b). Es decir, lo pusieron a prueba. En el fondo de su corazón cavilaban: ¿Podrá el Señor darnos agua? Pudo abrir el Mar Rojo, ¿Podrá también herir la peña y que broten aguas y torrentes que inunden la tierra? ¿Podrá Jehová hacerlo?
  • Amados, esas dudas ofendieron al Señor. ¿No le ofenderán también las nuestras?
  • Mejor es que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio.

2º NO DEJEMOS DE CONFIAR EN DIOS, ÉL RESPONDE (3:10-11).

  • Hay tres cosas que el Señor hizo contra su pueblo en respuesta a sus dudas.

1. El Señor reaccionó con disgusto (3:10a). Es interesante observar como traducen las distintas versiones en español: Me enojé (Biblia Al Día); Me irrité (Biblia de Jerusalén); Me cansé (Biblia Latinoamericana); Me enemisté (Reina Valera 1909); Me indigné (Reina Valera 1865).

  • Si hay algo que hace enojar al Espíritu de Dios es la incredulidad, la falta de fe. En los profetas encontramos este texto: «Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su Santo Espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos» (Isaías 63:10).
  • 2. El Señor reaccionó con desaprobación (3:10b). Notemos dos cosas que el Señor lamenta en su pueblo: (1) «… siempre andan vagando en su corazón…» lo cual indica inestabilidad espiritual, falta de firmeza. Son fieles solo cuando hay buenos tiempos pero cuando llegan las dificultades, las penas, los problemas, las necesidades, las enfermedades, entonces luego se apartan y reniegan. (2) «… y no han conocido mis caminos» lo cual constituye otra grave falta porque parece que no conocieran al Señor, como si nunca hubieran visto sus maravillas, como si no supieran que ÉL es el Único Dios Vivo que escucha y responde la oración.
  • No hagamos nosotros lo mismo. Que el Señor no repruebe nuestra fe, sino que ésta sea para la alabanza de la gloria suya.
  • 3. El Señor reaccionó con ira (3:11). Y en su ira dictó una tremenda sentencia para los que no confiaron en ÉL. El veredicto fue que no entrarían en su reposo. Y en verdad, toda aquella generación no entró en la tierra prometida sino que uno a uno fueron pereciendo en el desierto durante los cuarenta años de peregrinaje.
  • La historia bíblica nos dice que sólo dos varones de todo ese pueblo logró entrar en la tierra de Canaán: Josué, hijo de Nun, de la tribu de Efraín y Caleb, hijo de Jefone, de la tribu de Judá (Números 26:25). Todos los demás no entraron debido a su incredulidad.
  • Amados, hay días en que debemos confiar en Dios y hay días en que debemos confiar más en el Señor, creo que estamos en esos días.
  • Cuando el hombre no puede hacer más, cuando la ciencia se declara incompetente o cuando se han agotado todas las instancias, tenemos que seguir confiando en el Señor, tenemos que seguir creyendo en sus promesas y esperando solo en ÉL.
  • Moisés vio abrirse el Mar Rojo; Josué vio el sol detenerse en Gabaón; Elías vio descender fuego del cielo que consumió el holocausto; Eliseo vio levantarse a un niño muerto; Ananías, Misael y Azarías vieron como el fuego no les causó ningún daño; Daniel vio cerrarse la boca de los leones; Pedro vio como Dorcas regresaba de la muerte; Pablo vio milagros extraordinarios. ¿Por qué? Porque todos ellos creyeron en un Dios Todopoderoso, ese Dios Omnipotente que es también nuestro Dios. Y ÉL sigue siendo el mismo Dios de milagros, ayer, hoy y por lo siglos.
  • Los grandes hombres de Dios ejercitaron su fe ¿Qué pasará si todos también la ejercitamos?
  • ¡Que el Señor encamine nuestro corazón a seguir confiando, esperando y creyendo en nuestro Dios! ¡Después de todo es el Único digno de confianza! ¡Así sea! ¡Amén!